Una especie de rezo
Cuando era niña hablaba en un idioma íntimo, se parecía a un rezo, algo no aprendido, sólo nacía y me sentía parte de la naturaleza. No la pensaba como algo fuera de mí. Era yo misma, las flores, los pájaros, hasta las arañas que nunca me gustaron. Y conversaba con ellos y ellas, sé que puede resultar extraño, pero en ese tiempo me parecía algo común, algo que todos vivían. Ahora sé que no lo era. El paso del tiempo me lo demostró. Esa manera particular de ser feliz, el no pedir nada, porque lo tenía todo. En esa época no sabía de los errores, no sabía de ofensas ni del perdón. No quería que cambiase nada. Sentía que nadie podía hacerme daño. Creo que era esa edad en la que esa vocesita interior aún no se hacía presente, por eso lo exteriorizaba todo, por eso la culpa o el temor a ofender a otros no estaba, de allí que me sentía libre, con esa fantástica sensación de hacer realidad cuanto sueño se me cruzara por delante. Lo que me quedó de aquella época creo que es la espera